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Enero 24, 2021,

III Domingo Tiempo Ordinario “B”

San Marcos 1, 14-20 “Síganme y haré que sean pescadores de hombres”

Parroquia Cristo Maestro

Algún autor anónimo escribió: “Algunos van a la iglesia y piensan en pescar, Otros van a pescar y piensan en Dios.”

Algún autor anónimo escribió:

“Algunos van a la iglesia y piensan en pescar,

Otros van a pescar y piensan en Dios.”

 

El Jesús del Evangelista Marcos es un Jesús siempre en movimiento. En la primera fase, este movimiento se sitúa en una región precisa, Galilea. Y aquí adquiere un relieve excepcional el lago, o mar, como se le llama comúnmente según el uso semita.

 

En las orillas del mar de Galilea, Marcos ambienta la escena de la llamada de los primeros cuatro discípulos.

 

El Jesús en movimiento es también un Jesús que pone en movimiento a las personas. La narración resulta esquemática, descarnada, desprovista de connotaciones psicológicas. Las informaciones se reducen a lo esencial: se trata de pescadores, que están haciendo su oficio.

 

A Marcos le importa el final. El presenta hechos, unos resultados, no lo que está pasando en la intimidad de las personas. Él recoge la decisión final, no los estadios intermedios. Su esquema de vocación es muy simple: llamada-respuesta.

 

En esta escena podemos fijar algunos elementos siempre válidos para la llamada de los discípulos:

 

  1. MIRADA:

  • Para dirigirse a una persona, hace falta verla...

  • Se trata de una mirada que encandila a un individuo, una mirada que elige, escoge, lo saca fuera de la gente.

  • “Aquella es la persona que me interesa, que me importa para lo que llevo entre manos”.

  • En suma, que el encuentro comienza con el “ver” a la persona.

  • La mirada se hace mensaje, propuesta de comunión.

  • La mirada expresará una nota de afecto.

 

  1. INICIATIVA:

  • En el judaísmo contemporáneo eran los discípulos los que buscaban, elegían al maestro. El rabino no llamaba para sí a los discípulos, sino que él era “llamado”, “elegido” por ellos.

  • Cristo, por el contrario, toma la iniciativa. La llamada viene de él, y sólo de él. Y la invitación es el signo de la absoluta gratuidad, de la no-motivación por parte del hombre.

  • La vida católica es respuesta a la manifestación de la gracia, no decisión autónoma.

  • Si me decido es porque he sido invitado en esta dirección por alguien que se ha decidido a favor mío.

  • El hombre puede ponerse en camino sólo después de que Dios haya comenzado a andar por los caminos del hombre.

  • No somos nosotros los que vamos a la búsqueda de Dios. Es Dios quien se pone a buscar al hombre.

  • El discípulo no conquista, no captura al maestro, sino que es conquistado, asido por él.

 

3.   FE:

  • El discípulo se caracteriza por la fe, que es un “fiarse” de una persona, responder a su llamada.

  • Es aceptar vivir una aventura de la que no se calculan con precisión las dimensiones y los riesgos.

  • Cristo no presenta la lista detallada de sus exigencias.

  • Exige una adhesión decidida, incondicional.

  • Y el discípulo no pide explicaciones. Aquel maestro, más que dar explicaciones, señala tareas. Las explicaciones llegarán más tarde. Después que el discípulo haya “hecho”.

  • El significado de lo que ha sucedido, de lo que se ha vivido, se descubre únicamente cuando las cosas están hechas.

  • En Marcos se presenta la fe como el antídoto del miedo, del cálculo, de la prudencia humana, de la duda ante el compromiso.

 

4.   DESPRENDIMIENTO: 

  • La decisión se expresa por una separación: de las redes, de un oficio, de las cosas, de los lazos familiares.

  • La respuesta se traduce en una separación, en una renuncia, en un alejarse.

  • El acento no se pone tanto sobre el dejar cuanto sobre el seguir.

  • Discípulo no es alguien que ha abandonado algo. Es quien ha encontrado alguien.

  • La “pérdida” es compensada con creces por la ganancia.

  • El descubrimiento hace palidecer lo que se ha dejado atrás.

  • El discípulo, pues, es alguien, que sigue a Cristo, se pone en su compañía, establece una comunión de vida con él.

  • La palabra seguir es la que caracteriza al discípulo.

  • El discípulo no acepta una doctrina, sino un proyecto de vida.

  • No discute con el maestro. Lo sigue. Cristo llegará a ser conocido a medida que se camina tras él.

 

5. DEJARSE HACER:

  • “Haré que sean pescadores de hombres”. Conocen el oficio de pescadores de peces.

  • Ni siquiera saben lo que significa. Lo aprenderán ejercitándolo.

  • El último rasgo que caracteriza al discípulo es “dejarse hacer” por el Maestro. “Haré de vosotros...”.

  • Es difícil, por no decir imposible, encontrar un discípulo ya completamente hecho, perfecto, “en la meta”. Discípulo es simplemente aquél que se está haciendo.

 

En el evangelio de Marcos es muy raro encontrar a Cristo solo. Lo vemos habitualmente en compañía de los discípulos. Un estudioso ha calculado que, de 671 versículos que constituyen el evangelio de Marcos, 498 versículos (esto es, el 76 %) refieren palabras y acciones de Jesús, de las que son testigos los discípulos.

 

Marcos une estrechamente al maestro con los discípulos. Ordinariamente Jesús está “con sus discípulos”. Es la imagen preferida por el evangelista.

 

Para nosotros, discípulos de hoy, que no hemos participado en la historia terrena de Cristo, permanece válida la dimensión de “seguimiento”, que algunos traducen por “imitación”. Se trata de recorrer el mismo camino de Cristo, hacer sus mismas opciones, repetir sus gestos, asumir sus pensamientos y sus tomas de postura, inspirarse en sus criterios, tener sus preferencias.

 

“Buenas noticias”

 

El portal “Buenas Noticias”, www.buenas-noticias.org, un servicio de Catholic.net, lleva 8 años ofreciéndose a sus lectores como “el rostro amable del mundo” comunicando historias convincentes y testimonios de vida heroicos.

 

Cuenta con muchos seguidores a través de las redes sociales como Facebook, Twitter y otras plataformas.

 

Su actual editor, el P. Juan Antonio Ruiz J., L.C., de los Legionarios de Cristo, comparte su experiencia relatando que la idea surgió gracias a que un grupo de religiosos legionarios de Cristo tuvo la ilusión de un noticiero que no hablara solamente de muertes, corrupción, robos o los tintes amarillos de los sucesos. Soñaron con mostrar los héroes de nuestro tiempo, aquellos que viven con valentía virtudes como la fidelidad, la pureza, la alegría de ser padre o madre de familia, la fortaleza ante el dolor, etc. Querían mostrar que los valores humanos aún tienen sentido.

 

Su misión fundamental hacer evidente la sed de esperanza que oprime al mundo de hoy.

 

Cuando alguien constata que tantas personas viven sus mismos ideales, se despoja del miedo que le oprime. El carisma de sus noticias se fundamentan en las palabras de San Agustín: “Esperar quiere decir creer en la aventura del amor, tener confianza en las personas, dar el salto a lo incierto y abandonarse totalmente en Dios”.

 

Como impacto de su servicio, cuentan que un joven de Ecuador escribió diciéndoles: “Esta tarde pensaba en suicidarme y al leer su artículo pensé que mi vida tenía sentido. De todo corazón, mil gracias”.

 

Otro joven escribió diciendo que tenía inquietudes vocacionales y gracias a que leyó el artículo de un sacerdote misionero recibió la inspiración y el deseo de seguir a Cristo. Después de conversarlo durante un tiempo, le animaron a hablar con un sacerdote de su país (Guatemala). Entró al seminario de una orden religiosa franciscana. Dos años después volvió a escribir compartiendo que había hecho su primera profesión de votos.

FIN DE LA PRESENTACION

Fuente: https://www.religionenlibertad.com/cultura/18747/quien-ha-dicho-que-las-buenas-noticias-no-venden-un-ejemplo.html

 

El seguimiento de Jesús, el ser “Pescador de Hombres” no se refiere a una categoría privilegiada de personas, de invitados especialísimos para una aventura excepcional, de superdotados para una empresa de pocos.

 

Es algo que afecta a todos los que se decidan a tomar en serio el evangelio, a creer en la “buena noticia”.

 

A diferencia de aquellos que pretenden encasillar a los otros, Jesús saca de su casa y de su oficio a unos pescadores. Con su llamada, los libera de las redes, y aún de su propia familia, para que sirvan en adelante al reino de Dios. Estos son los primeros “liberados” para la causa de Jesús, los que han de trabajar a tiempo completo para el evangelio.

 

Desde el punto de vista de la fe, la gran profesión del hombre es la profesión del evangelio y hacer la vida humana no es otra cosa que hacer la voluntad de Dios. Por eso y para eso hay que dejarlo todo cuando sea preciso. Lo que quiere decir, igualmente, que los discípulos de Jesús deberán estar dispuestos a hacer cualquier oficio cuando sea preciso. Por la misma razón que Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes y la barca.

 

Una invitación precisa a mantenerse libre de todo y de todos y predicar con fidelidad el evangelio.

 

Que así sea,

 

Franz Monroy C.,

Párroco