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IV Domingo  Tiempo Ordinario “B”  

Reflexión Padre Franz

  San Marcos 1, 21-28, “Hasta a los espíritus malignos les da órdenes, y le obedecen”.

Escribió Santa Teresa de Ávila:

“Si Satanás pudiera amar, dejaría de ser malvado”.

 

El evangelio que hemos proclamado nos evoca dos elementos claves en la actuación de Jesús: Cafarnaúm y la sinagoga. Cafarnaúm, la casa de Pedro, será el centro de sus actividades en Galilea. La sinagoga ofrecía buenas ocasiones para anunciar el mensaje. Los judíos se reunían en ella los sábados y leían fragmentos de la Escritura y los comentaban, como hacemos ahora nosotros.  Y en medio de ellos Jesús enseñaba “con autoridad”.

 

Es el profeta que educa para la vida: acepta la realidad, la reconoce: enfermedades, pestes, contratiempos que conducen a la muerte, y da a entender que se puede seguir adelante a pesar de todo ello. Que se puede amar a pesar de todo, porque el hombre está hecho para amar, aunque encuentre la oposición de mil fuerzas.

 

Hoy nos muestra que las fuerzas del mal están agazapadas en cada uno de nosotros, tanto en nuestro interior como en el exterior. Ellas querrían hacer callar la voz autorizada de Jesús.

 

A esas fuerzas se les conoce como “espíritus inmundos” que Jesús combate con sus signos de salvación, de liberación del mal, de su toma de contacto con el mundo y su miseria, para arrojar fuera todo lo que esclaviza al hombre.

 

La palabra de Jesús tiene suficiente fuerza para liberarnos de todo mal, de todo pecado.

 

¿Cómo se manifiestan hoy esos “Espíritus Inmundos”?

 

  1. LA FUENTE DEL MAL:

  • Hoy no es corriente creer en el demonio. Pero no creo que pueda negarse la realidad del mal en el mundo.

  • Que se personifique esta realidad de mal en el diablo o no es secundario.

  • Lo que es grave es que nuestra sociedad actual niega en la práctica la existencia del mal, niega la existencia de la línea que divide lo bueno de lo malo.

  • Esta sociedad consumista, permisiva, escéptica, tiende a esconder la realidad cruel de mal y de muerte presente en la vida humana.

  • Y sin mal no hay salvación; porque entonces ¿de qué tenemos que salvarnos?

 

  1. IMPACTO DEL MAL EN NUESTRA VIDA:

  • El contenido “religioso” de este pasaje no es la existencia de los demonios, sino la necesidad de luchar contra todo lo que oprime y “posee” al hombre, sea cual sea la interpretación cultural que de este hecho vaya dando cada generación.

  • “Espíritu inmundo” significa todo lo que no es apto para la más mínima relación con Dios; representa lo que hay de opuesto a Dios en la realidad del mundo; es el símbolo de la incomunicabilidad con Dios;

  • El signo de todo aquello que en el hombre, en todos y en cada uno de nosotros, está en radical oposición con el Padre.

 

  1. LOS DEMONIOS DE HOY:

  • ¿Cuáles serán ahora los demonios?

  • La ambición de poder y de dinero, la manipulación socio política y las desigualdades económicas,

  • Las opresiones de unos hombres y de unos pueblos por otros, la violencia institucional y subversiva, la carrera de armamentos, la degradación ecológica, la idealización y banalización del sexo, las envidias, los rencores e incomprensiones a todos los niveles, las drogas...

  • Los que nosotros deberíamos combatir con más esfuerzo podrían ser:

    • La desesperación, que nos lleva a creer que la vida no tiene sentido, que todo es malo, que no hay nada que hacer;

    • El triunfalismo, que es el extremo contrario: creer que el mundo es un paraíso, que se puede recoger sin sembrar, que la vida cristiana puede existir al margen de la cruz;

    • La evasión, que es dejar el trabajo para los demás, que para eso están;

    • La rutina, que nos hace esclavos del propio pasado y de las propias costumbres.

 

Frente a esa realidad viene Jesús a ofrecernos:

 

  1. LIBERACION

Jesús nos invita a liberarnos de los falsos valores que la sociedad nos presenta y de los ídolos de nuestro corazón, que nos poseen y nos dañan, que nos impiden hacer la voluntad del Padre. Esta invitación no va a quitarnos los problemas, pero sí nos va a ayudar a afrontarlos de un modo nuevo.

 

Hoy Jesús nos llama a la libertad, nos invita a liberarnos de los valores falsos que el mundo nos presenta como salvadores y de los ídolos de nuestro corazón que nos impiden hacer la voluntad del Padre, que nos poseen y nos dañan. Esta invitación no va a quitarnos los problemas, pero sí nos va a ayudar a afrontarlos de un modo nuevo, libre y lleno de amor.

 

Nuestras palabras sólo tendrán algo de la fuerza de convicción que tenían las de Jesús si nacen de una verdadera experiencia, si hablamos de lo que realmente vivimos, si la hemos interiorizado de modo que vivamos de ella. Nuestras palabras, para que puedan creerse, deberán ir acompañadas por el testimonio de las obras.

 

  1. JESUS ES LA PALABRA

La Palabra de Jesús es la norma, la base del camino para nosotros. El pueblo sencillo veía en Jesús coherencia entre lo que decía y su modo de vivir. Veía en Él originalidad cuando hablaba de las cosas del Padre y del Reino; esa originalidad que brota de la experiencia personal. Veía en Él libertad e independencia con relación a cualquier estamento social.

 

La sinagoga reconoce la novedad, pero se queda en la extrañeza, en la admiración a Jesús. ¿No nos quedamos nosotros casi siempre en el “saber”? Ahora no basta con leer el evangelio, con escucharlo cada semana en nuestras reuniones. Tenemos que concretarlo en nuestras vidas, en este mundo que cambia y en el que es tan difícil tener criterios claros.

 

El cristianismo, desde sus inicios, no es una visión teórica de las cosas, sino fuerza de Dios en el mundo, manifestada en la superación del mal. Jesús no nos dejó un código que, de antemano, diera respuesta a todas las situaciones. Nos dejó unos principios para que, en el transcurso de cada tiempo histórico, encontráramos soluciones nuevas y concretas para ir dando respuesta a cada realidad cambiante.

 

Tenemos en nuestras manos un verdadero trabajo de creación de cara a los nuevos tiempos que nos corresponde vivir. Estamos llamados hoy, en el umbral de una cultura nueva, a reinventar desde las raíces muchas cosas, a crear juntos un mundo distinto y más humano. Tenemos que superar el integrismo y las rutinas; y tenemos que dar respuestas válidas a las graves interpelaciones que el mundo de hoy nos formula. Si somos coherentes con el evangelio, si nuestra vida no está dividida, su Palabra volverá a ser escuchada, porque no será nuestra opinión personal, sino que llevará en su entraña la fuerza renovadora de la acción de Dios.

 

Dicen por ahí que para algunas esposas los espíritus malignos se manifiestan en el gusto de su esposo por la cervecita y le gritan desde su autoridad “sal de él, espíritu inmundo”. Entre tanto, la hermana Doris, la última monja maestra cervecera asegura que “Dios no quiere gente triste” y justifica su misión en la vida.

 

“La ultima monja maestra cervecera”

 

La hermana Doris Engelhard tiene una misión muy concreta, es la última monja maestra cervecera que queda. Y por sus manos pasan cada año los más de 300.000 litros de cerveza que se elaboran en la abadía franciscana de Mallersdorf, en Baviera.

 

A sus 65 años esta religiosa lleva más de 45 como maestra cervecera. A las 3 de la madrugada empieza la cocción de su bebida querida y admirada en muchas partes del mundo.

 

En una entrevista en el Osservatore Romano afirma que adora su trabajo y que lo hace con alegría, como un servicio al Señor: “Puedes servir a Dios en cualquier lugar, sin importar la profesión u oficio que hagas. Es bonito agradar a Dios, a mis hermanas y también a nuestros clientes”.

 

La hermana Doris explica el histórico vínculo entre la cerveza y las mujeres. Se dice que la cerveza fue inventada por una mujer hace diez mil años. Se piensa que la antigua cerveza nació, probablemente en Mesopotamia, de un trozo de pan olvidado que cogió humedad y por lo tanto comenzó a fermentar. El líquido resultante tenía propiedades asombrosas. Una bebida antigua, quizás incluso más antigua que el vino.

 

La primera diosa considerada la matrona de la cerveza fue la sumeria Ninkasi, seguida de Athor, una egipcia, e Isthar, una divinidad babilónica. Egipcias, asirio-babilonias, persas, cretenses, griegas y bizantinas: mujeres que se han dedicado durante miles de años a la preparación de esta bebida.

 

Hasta la Edad Media, la cerveza se elaboraba casi exclusivamente por manos femeninas. “Era responsabilidad de la madre de familia proveer el sustento, que también incluía bebidas. Inmediatamente después del pan en los hornos, se producía cerveza porque en esos ambientes cálidos circulaba en el aire un residuo de levadura en polvo que facilitaba la fermentación de la cerveza. En Alemania hay un dicho que dice: ‘Hoy horneo, mañana hago cerveza’.

 

Santa Hildegarda, doctora de la Iglesia, y mujer de enormes talentos. Fue monja, pero a la vez botánica, poeta, lingüista, filósofa y escritora. En lo concerniente a la cerveza descubrió las propiedades del lúpulo, ingrediente que transformó la cerveza medieval hasta convertirla en lo que se bebe hoy.

 

En la Edad Media, numerosos monasterios, especialmente en Baviera, Bélgica e Italia, se convirtieron en productores de esta bebida turbia y nutritiva.

 

La hermana Doris quería estudiar agricultura y hacer trabajos manuales, pero una monja le sugirió que se ocupara de la cervecería. Así comenzó su aprendizaje en 1966.

 

“Elaborar cerveza representa para mí el trabajo por una alimentación sana y buena. Amo mi trabajo, amo el olor a cerveza y trabajar con la levadura y la cebada. Me alegro cuando la gente disfruta de nuestra cerveza con alegría. De hecho, debería poder disfrutar de todo lo que hace, para no volverse insoportable. Seguramente Dios no quiere gente triste e insatisfecha. Hay tantas cosas que hacen que la vida sea agradable y valga la pena vivirla. Para mí es trabajar en la cervecería y poder beber una buena cerveza. La cerveza es la bebida con menor contenido de alcohol y, como también contiene dióxido de carbono, es digerible. Es una bebida saludable... ¡si no te excedes!”.

Fuente: https://www.religionenlibertad.com/personajes/770223051/La-hermana-Doris-la-ultima-monja-maestra-cervecera-Dios-no-quiere-gente-triste.html

 

La clave de la hermana Doris estaría en ese “si no te excedes”, “El exceso es el veneno de la razón” disfrutar la vida, encontrar la plenitud, no puede rayar en el peligro de atraer a nuestra vida esos “espíritus inmundos” de que nos habla hoy Jesús.

 

Que así sea,

 

Franz Monroy C.,

Párroco

IV Domingo  Tiempo Ordinario “B”

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Autor:
Cristo Maestro